viernes, 31 de julio de 2009

Oo. Los Otros

Largometraje.
País de producción: España (2001).
Dirección: Alejandro Amenábar.

Reparto: Nicole Kidman; Fionnula Flanagan.
Duración: 104 min. aprox.

Grace, madre de un niño y una niña, contrata a 3 sirvientes para que le ayuden en el mantenimiento de su mansión mientras esperan el regreso de su marido, que no ha vuelto tras la 2da Guerra Mundial. Las reglas de la casa son estrictas: no abrir una puerta sin haber cerrado la anterior y mantener cerradas las cortinas de las habitaciones por las que pasen los niños, que sufren fotofobia.
Sin embargo, no son solamente las extrañas reglas las que parecen sorprender a los sirvientes nuevos: hay alguien más en la mansión, alguien que al parecer sólo la niña puede ver...



T-e-n-s-i-ó-n.
Hacía mucho que no estaba tanto en tensión, no ha habido ni un sólo segundo en el que no tenía ganas de saber qué se cocía en la casa y cómo seguiría la historia.

A pesar de ser un planteamiento típico, tipiquísimo (niña de blanco de fantasmas, nuevos sirvientes un tanto extraños, mansión victoriana, oscuridad), todo es perfecto para atrapar al público en una red de disyuntivas: ¿luz o sombra? ¿verdad o mentira? ¿Otros o no Otros?

El final, bestial.
Nicole Kidman, bestial.
La banda sonora, acertadísima.
El entretenimiento, máximo.


Oo. Compra pre-Francia

Nodame Cantabile 10; Saint Seiya: The Lost Canvas (Hades Mythology) 7; Gintama 11; One Piece 47 (comprado hace unos dias pero lo añado igualmente)




Nodame Cantabile 10
Portada: ¡chulísima! Un poco cursi, pero es diferente a las demás.

La serie se ha vuelto a superar: el mejor tomo. No pensaba que me iba a gustar tanto Nodame, mejora y mejora y cada vez está más entretenida y más graciosa.
Me encanta este comienzo nuevo en París, los personajes introducidos (a lo tonto, 5 más en un tomo) y cómo se desarrolla todo. El concurso de directores me parece chulísimo.
Qué serie más fresca. ^^



Saint Seiya: The Lost Canvas (Hades Mythology) 7
Portada: me gusta. Si te fijas, se ve el pentágono de Hades detrás de los personajes (color salmón).

Otro que tal. ¡Qué guay, guay, guay! No hay mucho combate, pero eso ¡me encanta! Lost Canvas es muchísimo más variada que la SS original, los personajes son más interesantes (aunque tampoco se lo traen mucho, la verdad). Me han encantado Pandora, Manigoldo y Yuzuriha.
El dibujo, mejor aún que en los anteriores. El de las páginas 42/43... y todos... chulísimos.

Nada más que decir, quiero leer el 8.



Gintama 11
Portada: si no fuera por el rosa... -_-

Un tomo muy atípico, ya que la segunda mitad es una historia más larga y mucho más seria de lo que estamos acostumbrados los que leemos la serie. Así que me ha dejado un poco descolocado.
Me encanta el capítulo de Noriko Mach.





One Piece 47
Portada: nada especial.

Al parecer, un tomo "intermedio" entre el principio de la saga y su nudo, así que mucha explicación (un tanto extraña). Me gusta por ser One Piece, pero es un poco más aburridillo que los anteriores. Esta saga parece ser un poco más rollo.

martes, 28 de julio de 2009

Oo. Corazón de Tinta

Largometraje.
País de producción: Inglaterra (2008).
Dirección: Iain Softley.

Reparto: Brendan Fraser; Andy Serkis.
Duración: 106 min. aprox.

"Algunas personas tienen un don especial... intercambiar los planos de nuestro mundo con el de los libros con sólo leer algo de ellos. Cuando Mortimer, uno de esos "picos de oro" invoca accidentalmente a personajes del libro "Corazón de Tinta", entre ellos los antagonistas del mismo, comienzan los problemas: todos buscarán los raros ejemplares del libro para recuperar lo que les han quitado o para impedir volver a su mundo, entre ellos Mo y su hija, Meggie, que han perdido algo muy preciado en el libro..."


Me llevé una buena sorpresa al ver la peli: no me decepcionó.
A pesar de que la peli no me transmitió casi nada comparado con el libro (que además se amplía en la segunda y en la tercera parte), me parece que la adaptación es muy buena, cambiando alguna cosilla por aquí y por allá pero que siguen completamente la historia que se nos presenta en el cine y me parecen buenas ideas, como por ejemplo (!) Toto o las letras en la cara.

A pesar de lo humilde de la peli, el reparto no está mal, me encanta Serkis como el malo, es igual a como me lo imaginaba.

De hecho, todo es casi igual a como me lo imaginaba leyendo, tanto los paisajes como los personajes (menos Farid) como las cosas que ocurren.

Lo malo:
La banda sonora me parece... muy muy fuera de lugar. Es... fuerte, no acompaña a las escenas de y, como chirría tanto, te conciencias de ella cuando no deberías y molesta.
Muchas escenas se abalanzan, y aunque se entiende todo, el argumento es demasiado rápido.
Finalmente, en la escena final hay algunas cosas bastante faltas de sentido, como por ejemplo (!) por qué incendian Farid y Dustfinger el castillo si al final sólo les molesta a ellos y no distrae nada, pero bueno, quizá sean tiquismicadas.

En general puedo decir que no me ha decepcionado, pero que no voy a tirar cohetes tampoco.
Eso sí, con 10 años menos y sin haber leído el libro (o habiéndolo leído también, quizá), me lo hubiera pasado genial viéndola.

Oo. Recta final de Lo gris

¡Buenas!
Soy consciente que el relato de "Lo gris" está monopolizando el blog estos dias,
pero ya no falta mucho para que eso cambie, ya que el relato acabará en las próximas
2 ó 3 entradas.

Espero que os mantengáis fieles hasta el final y, de todo corazón,
¡gracias a los que lo leéis (y comentáis)! ^^
Me hace mucha ilusión cada crítica. :)


Links de los capítulos para un acceso más fácil:

1: escombros

2: espectro
3: especiales
4: estocada
5: estupor
6: escuálidos
7: esperanza
8: espulgar

lunes, 27 de julio de 2009

Oo. Lo gris: espulgar


El don es ser insensibles ante el destino
Y poder tomar decisiones.


El don es ser superiores a la felicidad

Y poder buscar el destino.



Ocho
-Hacía tanto que no lo veía... –suspiró ella.

-No es lo que era –comentó él.

-Nada lo es –respondió ella.

Él la miró a los ojos, pero ella seguía observando el mar, sumida en pensamientos.

-Tienes razón –admitió. –Pero nosotros podemos cambiarlo.

Ella no respondió. Prácticamente todas las vacunas de su mochila se habían roto: sólo se habían salvado las de Derek. Pero él había perdido el ojo derecho y cojeaba. Ella se había recuperado, pero largas cicatrices grises le surcaban la cara recordando las garras que la habían arañado.

-Está todo sucio –dijo evitando una lata.

Se habían puesto en marcha otra vez. La arena les dificultaba la marcha, pero avanzaban más rápido que escalando ruinas. Además, ahora Mansión Esperanza no tenía perdida: era seguir recto. Unas gaviotas sombrías los sobrevolaban, esperando obtener algo de ellos. Alice se dió cuenta de que, si bien las ruinas habían sido una buena defensa ante ojos ajenos, ahora todo el mundo podía verlos. Si alguien los encontraba, se fijaría en los tres ojos sanos. Los atacarían y les quitarían la mochila, encontrando la vacuna e inyectándosela sin escuchar lo que tuvieran que decir, echando por tierra las esperanzas restantes.

-¿No conoces la fórmula? –había preguntado Alice una vez.

-Fue mi padre el que la desarrolló. Fui ayudante.

-Pero... ¿no te la enseñó? ¿Por si acaso?

Derek explicó que, nada más descubrirla, habían hecho rápidamente las pruebas necesarias y habían subido al helicóptero.

-¿Por dónde quedaba vuestro laboratorio?

Derek señaló hacia el oeste, en dirección contraria al mar. Ella asintió.

-¿Cómo pudo caerse vuestro helicóptero? –murmuró. –¡Cómo!

-A veces me pregunto –dijo Derek mientras avanzaban. –Si no fue el destino.

Ella lo miró.

-No creo en el destino. Ya no.

Él la miró.

-Me hizo encontrarte.

Ella siguió mirándolo, y sonrió.

-He escuchado que hay muchas tribus en la costa. Es peligroso.

-No podemos hacer otra cosa más que seguir avanzando –dijo Derek ajustándose el pañuelo que le rodeaba la cabeza, cubriéndole el ojo muerto. –Y confiar.

-Confiar –repitió Alice. -¿En qué?

Pero Derek miraba hacia adelante, aterrorizado.
Alice le siguió la vista.

-Ahora mismo... en que aquellos hombres sean agradables –respondió al fin, una ola fría bañándole los pies.
Delante de ellos se alzaban los miembros de una tribu costera.

___

Un hombre se retorcía en el suelo, presa de espasmos. Le habían alcanzado con una bala, pero no había muerto. Malkin le disparó en la cabeza, acabando con su sufrimiento. Los atacantes habían sido rechazados una vez más, pero un soldado había muerto entre las llamas de un cocktail Molotov. Malkin no se permitió lamentarlo, otros días había pedido a más hombres. Había sido una victoria sospechosamente fácil.

-Retirada –dijo con voz potente.

El escuadrón se retiró tras las vallas electrificadas pasando por el portón. Durante las próximas horas, “los de afuera” se encargarían de retirar y llorar a los muertos, dejando de atacar. Sin embargo, eran muchas las tribus que odiaban y envidiaban Mansión Esperanza, y muchas vivían en sus bordes esperando obtener la cura. Miss Myrt no lo había permitido en sus largos años como presidenta de la Mansión, argumentando que así evitaría explosiones en los bordes de la Mansión. Además, una vez curadas las tribus que los atacaban, vendrían otros de “más afuera”, y no tenían las vacunas suficientes como para gastarlas en ellos también. Nadie discutía nada a Miss Myrt que, aunque de forma inflexible, había dirigido sin ningún incidente desastroso la Mansión desde su apertura. Los tiempos requerían una mano dura, y Myrt era perfecta para desempeñar ese papel.
“Los otros”, como se refería a “los de afuera”, tendrán que esperar a que encontremos una segunda, verdadera cura, solía decir.

Malkin dudaba que ese dia llegara. Dudaba que llegara antes de que “los de afuera” consiguieran derribar todas las vallas, todas las defensas, y adentrarse locos de desesperanza al lugar al que, buscando una cura, traerían su desastre y el de los demás.

Tras pasar los controles de desinfección y seguridad, Malkin se quitó su traje y fue directo a la mansión que se alzaba entre las tiendas de campaña grises. Los refugiados lo miraban esperanzados, pero se asustaron al ver su expresión sombría. Sin hacer caso a los murmullo, Malkin atravesó las tiendas en zig-zag.
Poco después, el general llamaba a la puerta de Myrt.

-Adelante –se oyó una voz.

Malkin pasó.
Myrt, sentada ante su escritorio como un cuervo ante su presa, no levantó la vista.

-¿Qué quieres, Malkin?

-Tengo una sospecha, señora –dijo él.

-Dispara –contestó ella sin dejar de escribir sobre unos papeles. Los escasos bienes de Mansión Esperanza necesitaban ser estrictamente controlados, y Myrt contaba con una cerebro fuera de lo ordinario.

-“Los de afuera” traman algo.

Ella no se sorprendió.

-¿Qué quieres decir?

-Un ataque masivo. Siento que están reuniendo fuerzas para lanzarse sobre nosotros como nunca antes, señora.

Myrt lo miró a través de sus gafas afiladas.

-¿Cómo lo sabe, Malkin?

Malkin se movió, incómodo. Ante la presidenta, se sentía como un estudiante tonto. Sin embargo, sabía que ella confiaba en él.

-No... no sabría explicarlo, señora. Hoy los hemos rechazado con demasiada facilidad. Eran pocos. Como el agua que se retira de la costa antes de un Tsunami. Lo he notado en su forma de actuar, en su...

No supo continuar. Ahora, de repente, sus palabras le parecieron estúpidas. Pero había captado la plena atención de Myrt.

-Quiere decir... ¿que este ataque ha sido un cebo, general?

Malkin se recuperó.

-Sí, señora. Sugiero que reenforzemos las defensas para estar preparados cuando-

Una sirena les interrumpió. El sonido ululó por toda la Mansión. El vigía había visto algo desde su torre. Myrt atravesó al general con la mirada.

-No sé cómo lo hace, Malkin –dijo impresionada, y volvió a los papeles.

Malkin maldijo y salió disparado por la puerta, corrió escaleras abajo y atravesó el campamento, la sirena aullando a su alrededor como el lamento de un demonio enorme.
Alguien lo alcanzó en su carrera.

-Son cientos, señor. ¡Nunca he visto tantos!

Malkin, aunque de lejos, ya oía los gritos y destrozos.

-Nos la han jugado –respondió. –Nunca han sido tan rápidos. ¡Mierda!



No tenía tiempo de ponerse protecciones, sus hombres lo necesitaban. Tampoco cogió el rifle. Salió corriendo.
Al fin y al cabo, pensó, su facultad especial le sería más útil que un arma.




Lo Gris, parte 8: espulgar.
Jens de Fries.

sábado, 25 de julio de 2009

Oo. Lo gris: esperanza


La esperanza es lo último que se pierde,
Y aún perdida está presente.

La esperanza es ignorar el destino,
desafiándolo con nuestra existencia.



Siete

La jauría cayó sobre ellos como una tormenta de dentelladas.

De los cuatro perros, Alice había abatido uno en plena carrera con una pedrada; Derek había lanzado dos proyectiles de sangre contra el gran lobo, pero sólo lo había alcanzado en el costado. Demasiado poco para detenerlo, lo suficiente para enfurecerlo.

Alice sintió que dos mandíbulas se cerraban sobre sus piernas, inmovilizándola. Gritó de dolor. El tercer perro se lanzó hacia su cara con las fauces abiertas, Alice lo detuvo con los brazos, cayéndose hacia atrás y estampándose contra las rocas. El contenido de la mochila crujió. Sus manos impedían que la mandíbula del perro se cerrara sobre su cara, pero no aguantaría mucho más.

-Derek... –gimió.


Derek estaba plenamente ocupado con el lobo, que lo rodeaba gruñendo, amenazador, sus inteligentes ojos amarillos clavados en los frascos rojos que el médico llevaba en su mano. Cuando dió un paso, el lobo acortó la distancia. Ninguno de los dos atacaba, y se observaban en un extraño baile, calibrando sus posibilidades y esperando un fallo del oponente.


Alice soltó el agarre, y los dientes del perro se clavaron profundamente en sus mejillas. Dentro de la mochila se oyeron crujidos de cristales rotos. No hizo falta más: la ira estalló en Alice, ahogando el intenso dolor de su cara . Gritando, agarró el pelo del animal y estiró hacia atrás. Notó cómo los sucios dientes le rasgaban la cara, pero el perro soltó y Alice aprovechó para agarrarle de la lengua. Sorprendido, el animal intentó soltarse agitando la cabeza, pero Alice le golpeó el hocico con fuerza una y otra vez. No era suficiente. El perro cerró las fauces sobre su brazo, y un reguerillo de sangre descendió por él. Pero Alice, el brazo en la boca del perro, no soltó la lengua, y a pesar del dolor, consiguió aunar sus fuerzas. Estiró.

El perro escupió su lengua entre vómitos rojos, derrumbándose sobre ella.

Alice se desvaneció entre cortinas sangrientas. Los dos otros perros huyeron despavoridos.



Al huír los perros, el lobo perdió un momento la concentración.

Derek aprovechó y le lanzó su sangre enfrascada, pero sólo lo alcanzó en una pata. Rabioso, el lobo se lanzó contra él, Derek se agachó instintivamente y el lobo pasó por encima suya. Cuando aterrizó, la pata le falló y se derrumbó. El médico dejó un frasco en el suelo y le lanzó los restantes, pero no consiguió mucho.

-¡Ven, chucho! –lo provocó.

El lobo gruñó, recuperó su postura y se volvió a lanzar contra él. Derek se agachó de nuevo, pero esta vez el lobo no saltó, sino que le mordió la pierna, obligándole a caer de rodillas. Valiéndose de todo su peso, el lobo tumbó a Derek en toda su longitud. Ahora, lo tenía a su merced. Manteniendo su presa agarrada, el lobo abrió sus enormes fauces...

Pero Derek había contado con eso, y cogió el frasco del suelo, cascándolo como un huevo contra el cráneo del animal. La sangre le chorreó por la cabeza gris, fundiéndosela. A Derek le salpicaron algunas gotas en la cara, pero se alejó arrastrando mientras el lobo agonizaba.

Finalmente, la bestia se derrumbó, muerta.



Derek, la pierna insensible y cegado de un ojo, gateó hasta donde yacía Alice con la cara destrozada.

Al menos, pensó, algunas vacunas se han salvado.

___

El general Malkin, coordinador de la defensa de Mansión Esperanza, deseperaba. Los ataques contra el último bastión de la humanidad aumentaban con cada dia que pasaba, y cada vez eran más peligrosos. “Los de afuera”, como llamaban a la población infectada por IFE, eran cada vez más, y “los de dentro”, cada vez menos. Miss Myrt, presidenta de la Mansión, mandaba ejecutar cada vez a más gente. Todos en Mansión Esperanza estaban vacunados, aumentando el riesgo de una FED. En su fuero interno, Malkin comprendía a Myrt, ya que el mínimo riesgo de que una persona explotara ponía en peligro todas las instalaciones de la Mansión, pero había perdido la fe. Mantenían escaso contacto con las otras Mansiones en el mundo, pero por muy escasa que fuera la comunicación, era imposible no ver que cada vez había menos. Un años atrás habían sido ciento cuarenta Mansiones, ahora eran ciento tres, y Malkin no podía evitar pensar en ellas como dunas de arena ante la marea alta.

Sin embargo, era él el que tenía que mantenerse firme, era él el encargado de defender a aquellos cuyos ojos aún no eran rojos, era él el que tenía que lanzar sus tres escuadrones armados contra aquellos que los atacaban con piedras y cocktails Molotov.

Y, como siempre, se puso la máscara de general impertérrito.


-Adelante –ordenó.


Sus hombres atravesaron la última valla electrificada y salieron al exterior, recibiendo una lluvia de piedras e insultos.

Se oyeron los primeros disparos.


Otro dia más, pensó Malkin, la esperanza sembraría la muerte a su alrededor.




Lo Gris, parte 7: esperanza.
Jens de Fries.



jueves, 23 de julio de 2009

Oo. Canto de verano

Curiosidades biológicas.

Las cigarras son un animal propio del verano, hoy he escuchado a algunas mientras íbamos al cine, y me acordé de algo que dimos de esos insectos en clase.

Las ninfas (insectos jóvenes) se meten en la tierra nada más nacer y viven dentro de ella con una media de 14 años (entre 4 y 17 años dependiendo de la especie), alimentándose de la savia de las raíces.

Y, entonces, uno de cada 14 veranos, salen todas (ya adultas) en masa para confundir a predadores y sobrevivir más.

(Imagen: Yotsuba soltando las cigarras recién cazadas en casa sin querer.)

Oo. Desengaño

Somos esclavos de nuestros genes.

Si comemos, dormimos o sentimos,
lo hacemos para que una molécula, el ADN,
siga existiendo en nosotros y en nuestra especie.

La vida no es más
que una molécula estable
que se perpetúa.

martes, 21 de julio de 2009

Oo. Hajime no Ippo (primera temporada)

Entrada dedicada a Alex. ;P

Anime.
Estudio: Madhouse.
Género: shônen.
Capítulos vistos: 25/76.

"Ippo es un buen estudiante que ayuda a su madre con la tienda de pescadería, por lo que abusan de él. Sin embargo, cuando conoce por casualidad a un boxeador profesional, sus ojos se abren y ve que ése es el camino que busca para encontrar la fuerza que anhela. Con eso comienza su aventura del boxeo y los combates en los que tendrá que demostrar su habilidad para ascender de categoría."


Lo que he visto me ha gustado mucho.
Es un anime muy fluido cuya historia avanza rápida, sin capítulos innecesarios ni partes aburridas o de relleno (que suelen ser o mismo).

Te ries bastante con los personajes, son todos muy "suyos", y aunque no haya muchos (unos 1o importantes), no hacen falta más, porque llenan todo el argumento. La historia no es una maravilla, se trata de combate tras combate para ir Ippo mejorando y adquiriendo experiencias, pero los combates están muy bien tratados: descubres los motivos y la historia de cada uno de sus enemigos antes de que peleen, metiendo una buena dosis de imparcialidad que te deja en tensión. Además, le sacan todo el jugo al boxeo, exprimiendo técnicas, modos de pelea, situaciones,...
Nunca me ha gustado el boxeo, pero ahora lo veo un poco diferente.


El dibujo no es nada del otro mundo, bastante tosquillo, de hecho, pero es un anime de boxeo, así que se entiende.

Lo que no me suelen gustar son los resultados de los combates, aunque después me di cuenta que la mayoría de ellos debían acabar así.
Veamos cómo sigue. :)

Oo. Bananas; La maldición del escorpión de jade

Hoy, dos películas de Woody Allen que vi ayer.
Las comentaré brevemente.

Oo. Bananas
Largometraje.
País de producción: USA (1971).
Dirección: Woody Allen.

Reparto: Woody Allen; Louise Lasser.
Duración: 82 min. aprox.


"Fielding Mellish, un probador de productos, se ve inmiscuido por una serie de circunstancias en las guerrillas por el poder en la república de San Marcos, donde los rebeldes pretenden acabar con el dictador."

Sobre todo, graciosa. Muy diferente a las películas de W. Allen a las que estoy acostumbrado, pero como ésta es más vieja, se entiende. Se nota que W. Allen quiere hacer reír al público, pero también es obvia la crítica política.
Algunas gracias me parecen demasiado cutres, pero otras son buenísimas.







Oo. La maldición del escorpión de jade
Largometraje.
País de producción: USA (2001).
Dirección: Woody Allen.

Reparto: Woody Allen; Hellen Hunt.
Duración: 103 min. aprox.

"C.W. Briggs, consolidado investigador de una aseguradora, se lleva a matar con su nueva jefa, Betty Ann. Los dos acuden a una fiesta de la empresa y son hipnotizados, lo que el hipnotizador aprovecha para obligarles a robar valiosas joyas y entregárselas. Directamente, los dos empiezan a dudar del otro, lo que dará comienzo a una investigación mutua..."

Me ha parecido grandiosa.
Muy al estilo del director, con gracias más sonriseras que carcajadescas, pero con una idea muy original. La relación entre los dos protagonistas y la forma en la que actúan está muy cuidada, los diálogos son vertiginosos pero inteligentes, toda la estructura de la peli encaja, la banda sonora envolvente y el final perfecto.
Quizá los primeros minutos sean un poco aburridos, pero se pasa rápido.
De las cinco películas de Woody que más me han gustado.

Oo. Lo gris: escuálidos


¿Hay aún alguien que se pregunte por la vida?
¿Hay aún alguien que se pregunte por las preguntas?


Qué fácil abandonamos nuestra libertad

Por la esclavitud de la felicidad.



Seis
Después de varios dias de escalar ruinas y esquivar piedras, Alice ya no notaba el peso de su mochila.
Daba paso tras paso, mirando el suelo gris, mirando sus zapatillas grises, mirando hacia delante, hacia donde Derek continuaba marchando, inabatible. A veces, la mirada de Alice se escapaba hacia el cielo, donde chillaban las gaviotas. Según lo que el médico le había contado, La Mansión Esperanza, a donde se dirigían con las vacunas y esperanzas restantes, estaba en la costa, y no era realmente una mansión sino un enorme campamento con varias instalaciones médicas y defensivas. A Alice poco le importaba lo que fuera con tal de que llegaran. Sin embargo, parecían haber pasado siglos desde que partieran del helicóptero destruído. Una gaviota chilló cerca de ellos.

-¿Qué son las facultades especiales, Derek? No afectan a los animales, ¿verdad?

Derek continuó trepando, pero murmuró una respuesta.

-Desde los albores de la humanidad, nadie se pregunta por los misterios del universo. Ahora que estamos en peligro, todos quieren saber cosas.

Alice, que ya se había esperado algo así, no contestó. Derek continuó hablando.

-Si lo dices por esas gaviotas, Alice... la respuesta es no. Nunca antes se ha dado una facultad especial en animales no-humanos. ¿Pero quién sabe?

Alice se dió por contenta con eso. Derek no había vuelto a hablar tanto como en el momento en el que se encontraron, y Alice sospechaba que la muerte de su padre, que antes no había sido capaz de asimilar totalmente, se escurría ahora en su realidad, apesadumbrándolo. Sin embargo, había explicado a Alice cómo la había encontrado buscando jeringuillas caídas y cómo se había sorprendido al ver que estaba curada del virus IFE. Emocionado, la había analizado durante toda la noche, puesto que los únicos que habían probado la vacuna anteriormente eran él y su padre. Los resultados fueron brillantes, lo que quizá también había contribuído a su buen humor a la hora de conocerse. Derek era un hombre extraño, pero ahora que se había quitado la bata y se había vestido con vaqueros y camisa, Alice lo percibía de una manera más cercana. A pesar de estar casi completamente saqueada, también Alice encontró en la tienda algo por lo que cambiar sus harapos. Ahora vestía una falda corta y una camiseta grande.

-Cuidado.

Alice emergió de sus pensamientos. No era frecuente encontrarse con gente viva y hasta ahora habían podido evitarla, pero esta vez Derek había sonado alarmado. Se le acercó.

-¿Has visto algo? –susurró. Se asomó por uno de los anchos hombros del médico.

-¡El mar! –se contestó a si misma. -¡Ahí está la costa!

-Pst –la acalló, echándose al suelo. –No es eso. Son Perros.

Alice lo imitó.
Mierda. Desde las grandes explosiones y la elevada tasa de muerte de la especie humana, algunos animales habían prosperado. Al igual que las cucarachas, las ratas, las gaviotas y las palomas, los perros y gatos domésticos continuaban en la ciudad, alimentándose entre ellos y de los restos humanos mientras perdurasen. De su vida en la nómada, Alice había aprendido que los perros se volvían más y más salvajes mientras se renovavan las generaciones. Últimamente, al ir agotándose los recursos, los perros también se atrevían a atacar a personas solitarias.
Seguramente también se atrevieran a atacar a dos.
Alice fijó su vista en el lugar en el que se clavaban los ojos azul grisáceos de su compañero. Vió movimientos.

-¡Tantos!

-Creo que son seis. Y los preside un...

-¡Un lobo!

Rápida como un flash, la imagen de una jaula rota le vino a la mente.

-Vienen hacia aquí. ¡Mierda!

Efectivamente, los cánidos habían abandonado su escondite y subían los escombros, acechantes, invisibles en la grisura, preparados para lanzarse al ataque en cuanto el lobo alfa diera la señal.

-¿Qué hacemos? –gritó Alice, abandonando la posibilidad de pasar desapercibida. -¡Mierda, mierda!

Derek se había quitado la mochila y rebuscaba en el bolsillo delantero. Algo hará, se dijo Alice y se armó con unas piedras.

-Alice, tú vas a resistir a esto. Si me pasa algo, continúa –dijo Derek sacando una decena de frascos rojos.

La adrenalina se disparó en el cuerpo de Alice.

-¡No si me comen! ¡No digas eso! ¿Qué vas a hacer con eso?... ¿Es sangre?

Se oyeron ladridos. Había comenzado la caza.
Un perro aceleró hacia ellos, la cola ondeando al viento. Alice le lanzó una piedra, pero el perro la esquivó ágilmente de un salto. Seguidamente, Derek le lanzó un frasco con todas sus fuerzas. El animal lo esquivó también, pero el cristal explotó contra una piedra, rociando al animal con la sangre que éste contenía. Se escuchó un siseo y un aullido. El perro se derrumbó, presa de espasmos doloros. La jauría restante, sorprendida ante la amenaza, se detuvo por un instante en su carrera.

-¡¿Qué?! –gritó Alice. Ante sus ojos, la piedra que había golpeado el frasco se deshacía.

Derek sonrió.

-Sangre ácida. Mi sangre.

Después de días de callarse la pregunta sobre la facultad especial de Derek, ahora la había descubierto por si misma.
Se ahorró un comentario, puesto que los perros empezaron a gruñir. Especialmente el lobo, con sus ojos amarillos y su gran tamaño, parecía rebosante de agresividad. La espuma le goteaba por el hocico.

Los animales estaban escuálidos. Escuálidos y hambrientos. No tenían nada que perder.

Con el furioso gris de su pelaje contra el gris triste de la penumbra,
reiniciaron el ataque.


Lo Gris, parte 6: escuálidos.
Jens de Fries.

domingo, 19 de julio de 2009

Oo. Lo gris: estupor


Nos gusta ver la perdición como perdición

Y la salvación como salvación.

En cuanto la perdición es salvación y la salvación perdición,

Nos aislamos en el presente, equivocándonos.



Cinco

Esther Dubois volvía de su cuarta inspección semanal a casa y estaba feliz, hoy no la habían operado como tantas otras veces. Además, los medios ya empezaban a cansarse de su caso, así que no había cámaras ni en el aparcamiento ni en el coche. Sus padres y ella llegaron a casa y cenaron. Después, cada uno se fue a su cama, y Esther recordó, como cada noche antes de dormirse, el día en el que empezó todo.

A pesar de los seis meses tan ajetreados, no podía olvidar el terrible accidente con la bicicleta. Algo se había metido entre los rallos de la rueda delantera, deteniéndola de un frenazo y lanzándola al suelo justo en el momento en el que un camión aceleraba. Las ruedas delanteras pasaron por encima de la cabeza. Esther no recordaba más allá del olor de neumáticos y el dolor agudo, pero le contaron que hubo un gran tumulto en urgencias cuando se descubrió que ni siquiera había sufrido una fractura en el cráneo. Un análisis sacó a la luz la extraordinaria resistencia de los huesos de Esther, lo que la situó entre los casos de gente con “facultades especiales”. Los meses siguientes y con su consentimiento, le hicieron varias operaciones con fines investigacionales. Pero hoy había sido un día más tranquilo: simplemente le habían tomado sangre. Se arrulló entre las mantas y se durmió.

Lo que no se esperaba la joven Esther es que ése mismo día, sobre las once y media de la noche y estando durmiendo, su cuerpo comenzaría a rechazarse a sí mismo, despertándola y haciéndola vomitar sangre varias veces. Para cuando fuera capaz de alertar a sus padres, el estado de Esther sería alarmante, muy alarmante. Sus ojos parecerían salirse de las órbitas, y no sería capaz de controlar su cuerpo, que se comprimiría en un baile macabro. Sus padres alertarían a los científicos de la Aesculap, pero a las doce menos cuarto, antes de que los médicos acudieran, se daría el incidente. Esther exhalaría un último suspiro brillante y su cuerpo, iluminado por un instante con luz propia, estallaría bestialmente.


Poco después, ése caso se hizo famoso como el caso de la FED Cero, la primera facultad especial destructiva.

___

El médico de la Aesculap salió del lugar y Alice contó hasta cincuenta. Como no oía nada, se atrevió a levantarse. Estaba tumbada sobre un colchón hinchable en una tienda de campaña. El poco sol que entraba por la mosquitera anunciaba un nuevo día, así que no había estado durmiendo más de una noche. La cuestión era ¿qué hacían los médicos allí? ¡La Aesculap había sido disuelta nada más descubrirse el efecto secundario del “virus salvador”! ¿Dónde estaba la tribu que había masacrado a Thor y a la nómada? Envalentonada por sus preguntas, Alice salió de la campaña.


No se sorprendió al verse rodeada de montañas de escombros y un helicóptero destruído: el FED-2/3 había acabado con todo en un radio de muchos kilómetros. El helicóptero debió de caer del cielo el mismo día de la explosión y caer ahí. Desesperada, Alice comprendió que podía estar en cualquier sitio.


-¡Hola, chica! –la saludó alguien.

Alice pegó un bote. Se le acercó un hombre joven, guapo, y afeitado, vestido con la bata blanca que Alice había visto segundos antes. Estaba claro que aquél hombre no estaba infectado por el virus. Sin embargo, la bata estaba sucia y manchada de sangre por algunos lados.

-¿Puedes mantenerte en pie?

Ella lo miró con el ceño fruncido. Era insultante que hubiera gente en tan buen estado, con sólo unos rasguños, en un mundo de destrucción, hambre y muerte.

-Claro que puedo. ¿No lo ves?

El hombre se sorprendió ante la antipática respuesta, pero recobró fácilmente la sonrisa.

-Me llamo Derek. Te felicito, estás totalmente curada. Eres una de las primeras.

-Soy Alice, Derek, y te felicito también. Al parecer te curaste antes que yo. ¿Dónde me encontrásteis?

Derek la observó intensamente, y al ver que ella no cedía la mirada, suspiró y se sentó en un bloque de hormigón. Sacó de su bolsillo una pequeña caja blanca y extrajo una pastilla. Alice la reconoció.

-Su sabor no es nada del otro mundo, pero te dará fuerzas y te quitará el hambre.

Alice rechazó la pastilla por puro orgullo.

-Alice, no pretendo hacerte nada. Además, estamos solos. No te pido mucha confianza, pero te necesito.

Alice no hizo mucho caso a las palabras del joven médico, pero su estómago acalló el orgullo, y aceptó la pastilla nutritiva.

-No te encontramos por casualidad, Alice. Te buscábamos.

Alice no se había esperado aquello, y tragó la pastilla sin masticarla. Le dolió en el cuello. Derek carraspeó y se reacomodó, estirando la espalda. Iba a comunicarle algo importante.

-Cuando se disolvió la Aesculap, mi padre y yo continuamos investigando. Obviamente, el virus IFE había sido una catástrofe, y aunque después de unos doscientos casos de FED las explosiones habían cesado, aquello no podía continuar así.

-Dos... ¿doscientos? –pudo pronunciar Alice. –La última vez que la radio emitió algún tipo de noticias, ¡rondábamos por los sesenta!

-Sé que suena horrible, pero ahora todo ha acabado.

Alice alzó una ceja. ¿Qué había acabado? ¿El apocalipsis? Imposible.

-Todo esto ha acabado, sí –dijo leyéndole los pensamientos y sin poder evitar sonreír. –Ya no hará falta la Mansión Esperanza.

Después, ignorando la cara escéptica de la mujer, se quedó ahí, con la mirada perdida, sonriendo en sueños y mirando cómo el sol bañaba el horrible espectáculo de la ciudad destruída.

-¿Cómo que acabado? –lo interrumpió Alice, pensando que aquél hombre estaba loco.

-Ehm, sí. Acabado –se recuperó él –o eso creíamos hasta hace dos dias.

Una sombra cruzó su cara y echó una mirada al helicóptero.

-Mi padre y yo encontramos una cura perfecta. Una cura que aniquila el virus IFE y elimina el riesgo de que la facultad especial se convierta en destructiva. Y todo esto sin afectarla.

Una cura que aniquila el virus IFE y elimina el riesgo de que la facultad especial se convierta en destructiva. ¿¡Había oído bien!?

Alice lo miró con ojos como platos. Aquello no podía ser cierto. En ése caso, ¿qué hacía el hombre allí, buscándola? Si esa cura existía, tendría que ser fabricada en masa y distribuída por todo el mundo. La idea de que la totalidad de la humanidad sufriera de muertes prematuras mientras que ellos conversaban allí sentados le pareció abobinable. ¡Una... una cura!

-Ayer por la mañana despegamos, dirigiéndonos a la Mansión Esperanza con el único cargamento de la verdadera vacuna.

-El... ¿el helicóptero?

Derek bajó la cabeza.

-Algo nos golpeó, quizá fuera un viento, no sé, pero mi padre perdió el control y la mitad del cargamento cayó al vacío. Había frascos y jeringuillas. Después, continuamos descendiendo durante unos kilómetros hasta... el aterrizaje forzoso.

Alice no respondía. Se había quedado de piedra. Había frascos y jeringuillas. Ella había encontrado una jeringuilla con Catherine, una jeringuilla que no había estado ahí antes, una jeringuilla que estaba ahí como caída del cielo.

-Mi padre se golpeó con la tabla de mandos- dijo apesadumbrado. -Murió.

Alice volvió a la realidad. O sea que era eso. Ésa era la historia, y aunque no explicara la muerte de la nómada, era mucha información de golpe, información increíble. ¿Información cierta? ¿Por qué iba a mentirle aquél hombre? ¿Y por qué la había buscado? Necesitaba hablar más con aquél médico, y el mejor método de hacerlo era acercándose a él. Se ganaría su confianza.

-Lo siento, Derek. ¿Cómo se llamaba tu padre? -preguntó.

Él levantó la vista y la miró. De repente, le pareció a Alice, parecía cansado.

-Lo conoces –dijo.

Alice se permitió dudarlo.

-¿Lo... conozco?


Alice se había esperado muchas cosas, pero, de nuevo, aquél médico salido de la nada consiguió sorprenderla.

-Sí. Todos lo conocen. Mi padre era Steven Riffley.




Lo Gris, parte 5: estupor.
Jens de Fries.